El desafío de celebrar Fiestas Patrias

Jorge Brito Obreque

Jorge Brito Obreque

Hace 205 años, nuestros antepasados daban los primeros pasos para la constitución de la primera Junta de Gobierno que, pese a la creencia de muchos, no tenía por finalidad independizarse de España, sino que mantener la lealtad al Rey Fernando VII, quien había sido capturado por las fuerzas napoleónicas que habían invadido la península ibérica.

La explicación del proceso era muy simple… como Chile  no pertenecía al pueblo español sino que a la corona, la soberanía debía quedar a buen resguardo en los súbditos de cada territorio hasta que el soberano volviese al trono. No obstante ello, el creciente patriotismo de un sector de la burguesía local  produjo que se radicalizara este proceso. Muy pronto, ya tomaban medidas que se habían alejado del objetivo inicial y que iban más bien en la consolidación de una patria que nacía.

Dos siglos han pasado, y los agitados momentos que se vivieron, sobre todo durante los primeros dieciocho años, engrosan nuestro libros de historia. ¿Cómo los recordamos? Al parecer con una compulsiva actitud festiva  que nace con fuerza durante este mes, cruzada por empanadas, asados, chicha, vino, compras y música importada de países hermanos, y que en algunos casos -muy puntuales- es además «adornada» por tradiciones que van desapareciendo, como juegos populares y nuestro baile nacional que parece estar confinado a este séptimo mes.

¿Suficiente? Claramente que no. A la patria no sólo hay que celebrarla sino que también cuidarla. Para que se sustente, debe estar fundada sobre instituciones sólidas. Lamentablemente, éstas -pertenecientes a los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial- actualmente están en tela de juicio por parte de la opinión pública. Al final del día, la mayor crítica que se les puede hacer -a unas más que a otras- es su falta de credibilidad y de confianza ciudadana.

Esto hace necesario que, junto con celebrar un nuevo aniversario patrio, renovemos nuestra cultura cívica, para poder consolidar, proteger, acompañar, cuidar y rescatar nuestra institucionalidad  y cultura democrática. ¿Qué se necesita para esto? Algo básico… diálogo, franco y directo. Para que todos seamos partícipes y le demos sentido a nuestra identidad nacional y seamos, responsablemente, dignos herederos de quienes un día confiaron en las capacidades que esta sociedad -confinada entre mar, cordillera desierto y Antártida- tiene para auto gobernarse y definir su destino de progreso y bienestar para sus habitantes.

Publicado en .