Jorge Brito Obreque
Se aproxima fin de año y con él las fiestas de Navidad y Año Nuevo. La sociedad comienza a impregnarse de estas celebraciones, sobre todo respecto al nacimiento de Jesús. Los villancicos y decoraciones en las casas y en las calles se toman las ciudades, entregando a la comunidad un clima especial de buenas intenciones.
Sin embargo, desde hace bastante tiempo que la sociedad de consumo ha enfocado la festividad navideña desde otra arista, orientándola hacia el área material. El comercio y la publicidad invasiva se esmeran año tras año en potenciar el gasto, con diversas facilidades que ayudan al consumo desenfrenado; créditos, avances de dinero, endeudamiento excesivo, etc.
Y la comunidad no se queda atrás. Ya no sólo basta con montar el pesebre, decorar el árbol o la cena familiar, es el regalo el cual prepondera ante cualquier otro valor; se busca el más grande, el más costoso, otorgándole un precio al afecto. El consumismo se tomó la Navidad, dejando de lado el significado real: el nacimiento del hijo de Dios.
La cristiandad celebra la llegada de Jesús, no sólo de manera física, sino de una forma simbólica, a nuestras vidas, a nuestro corazón. Independiente de la costumbre, del ritual, es Cristo, hijo de Dios, el mesías, el salvador, quien viene a compartir con nosotros, invitándonos a nacer de nuevo, nos trae el mensaje de salvación a reflexionar, para comenzar un nuevo año de manera diferente. Debemos recordar que Jesús nace en un humilde pesebre desprovisto de todo poder, trayéndonos un mensaje de paz.
Navidad es un tiempo de reflexión, que nos permite pensar en los valores trascendentes de la vida, como la preocupación por el prójimo, los enfermos, los que están tristes y abandonados. Nos debe hacer pensar sobre nuestras acciones que han dañado a los más débiles, o a nuestros seres queridos.
Llega Navidad y no hay nada más preciado que compartir, intercambiar buenos deseos y desarrollar acciones de ayuda al prójimo, compartir amor y servicio en familia, es una oportunidad de ser cada día mejores personas, para construir una sociedad más justa y solidaria. Vivamos el verdadero sentido de Navidad.
