Los adultos mayores en el Chile de hoy

Jorge Brito Obreque

Jorge Brito Obreque

Este año la cuaresma de fraternidad nos invita a poner la mirada en los adultos mayores, grupo social que se ha incrementado considerablemente durante las últimas décadas, esto debido al aumento de la esperanza de vida. Si bien, en la década del 50 el chileno vivía en promedio 52 años, el censo del 2002 nos indicó que la esperanza de vida aumentó a los 72 años. Además, el futuro catastro proyecta un promedio de 82 años, reflejo de  mejores condiciones de vida lo que significa hoy  una alta población mayor a los 65 años. Hoy, en la región del Maule son 162 mil los adultos mayores, es decir un 16,2% del total de la población. De este porcentaje, un 37% es del área rural, siendo la mayor a nivel nacional.

Es por esto que la sociedad ha volcado su mirada hacia este segmento etario, desde la aplicación de políticas públicas que acojan las nuevas realidades. Sin embargo existe un prejuicio social en desmedro de los adultos mayores, esto a causa de la visión que la comunidad tiene, la cual apunta al “hacer cosas” para el adulto mayor, mientras que estos se enfocan en “ser personas”. Junto a lo anterior, durante los últimos años se ha implando una cultura gerontofóbica, sembrando una imagen de que la vejez es sinónimo de deterioro,  decadencias y/o dependencia; estereotipos negativos y prejuiciosos, que se traducen muchas veces en actos discriminatorios hacia los ancianos.

Sin embargo, existen diversas acciones que buscan destacar socialmente a los adultos mayores. Por ejemplo en el sector rural, una de las iniciativas de la Cuaresma de Fraternidad en la zona es el proyecto “cultivando y transmitiendo salud en comunidad”, el cual la implementa  Fundación CRATE y que está enfocado en trabajar el envejecimiento activo mediante la mejora de los cultivos y formas de producción, junto con la revalorización de los conocimientos y el fortalecimiento de las prácticas de auto cuidado físico y mentalmente como así mismo reconstruir sus historias comunitarias.

Pese a esto, existe la labor pendiente de revalorar socialmente al adulto mayor, mirándolos tal cual como lo hacían las antiguas civilizaciones, siendo un foco de conocimiento empírico y sabiduría, en desmedro de los actuales prejuicios que existen, de cara a una sociedad que cada vez más acrecienta su número de adultos mayores. Debemos promover una sociedad inclusiva que recoja nuestra cultura y construir un futuro con esperanza y justicia social reconociendo activamente a los que han sido parte activa en la construcción  de nuestra historia común.

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