El uso responsable de la leña

Jorge Brito Obreque

Jorge Brito Obreque

Julio no has hecho sentir finalmente, en propiedad, que estamos en invierno. Las lluvias han llegado, con las tradicionales complicaciones de anegaciones en las ciudades y su brisa de esperanza para el mundo agrícola que sufre desde hace ya varios años una grave situación de escasez hídrica.

Este último tiempo, además, y siguiendo una lógica que hasta hace poco era casi exclusiva de Santiago, los habitantes de las ciudades más pobladas del Maule reciben la lluvia con la esperanza de que ayudará a aliviar la creciente contaminación por polución ambiental. Sin embargo, se hace necesario advertir que dicho efecto termina una vez que ella ha pasado. Aún más, como lo normal es que le sigan días con bajas  temperaturas, la gente hace más uso de calefacción en base a leña lo que,  sumado a ciertas condiciones geográficas, hace que todo vuelva a fojas cero… y peor.

No obstante lo anterior, debemos ser cautos al analizar esta situación. La polución ambiental en ciudades como Curicó, Talca y Maule se debe, en gran medida, al uso de leña no certificada, que contiene altos niveles de humedad, y que frecuentemente es comprada a proveedores informales. De hecho, si se emplea en una estufa adecuada, con un porcentaje de humedad que tiene que estar por debajo del 25%, y por un consumidor responsable, la contaminación generada por ella es de un nivel bajísimo.

Es por ello que la iniciativa que lleva adelante el Ministerio de Energía, y que persigue obtener que sea declarada legalmente como combustible, es un tema no menor. Una vez materializada, se logrará la formalización del rubro, habrá una fiscalización concreta a través de la  Superintendencia de Combustibles -dejando de depender sólo de lo que hagan las autoridades sanitarias y municipales-, y se asegurará el uso de leña de buena calidad y poco contaminante por parte de los consumidores. Además, estaremos reconociendo y apoyando a un sector económico  que hace esfuerzos no sólo por entregar un producto de calidad, sino que también por generar condiciones laborales dignas para toda la cadena productiva, en cuya base se encuentran cerca de cinco mil familias que dependen de la producción de este recurso en el Maule.

Si a ello le adicionamos una buena educación del consumidor, para que asuma su responsabilidad social evitando el mercado informal (aquél de las camionetas y carretones ubicados en las esquinas) y adquiriendo calefactores certificados de acuerdo a una normativa que data desde el año pasado, lograremos recuperar algo de la calidad de vida tradicional y propia de las regiones.

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