La corrupción nuevamente se hace presente

Jorge Brito Obreque

Jorge Brito Obreque

De nuevo un hecho de corrupción ha golpeado fuertemente a nuestra sociedad, quebrantando aún más la ya debilitada credibilidad de la gente. Se trata esta vez del denominado caso «Cartel del Confort», en donde dos empresas del rubro del papel estuvieron coludidas durante una década, ambas dedicadas al mercado del papel higiénico. Este secreto e ilegal pacto económico se vino a sumar a las ya tristemente conocidas colusiones de las farmacias, descubierta en 2008, y a la de los pollos en 2011.

Dicho sea de paso, una de las involucradas es una de las empresas más antiguas de Chile, con negocios en Argentina, Brasil, Colombia (donde ya enfrentó una acusación de colusión en el mercado de los pañales), México, Perú y Uruguay. Además, pertenece a un grupo económico, que es de los tres principales conglomerados económicos de nuestro país.

Más allá de vernos expuestos como consumidores, una vez más, a acuerdos de cúpulas empresariales que han vulnerado nuestros derechos en el contexto de un mercado abierto a la libre competencia, y de ser noticia  por este tema en diversos medios a nivel mundial, hemos tenido que asistir a ver cómo se producen «lavados de mano» que nadie cree y se ofrecen disculpas públicas sin dar ningún indicio de cómo se reparará el daño causado (que sólo en parte es económico). Más encima, de antemano ya sabemos que una de las empresas involucradas no recibirá multa, mientras que, la otra, una sanción pecuniaria que estaría muy por debajo de la ganancia obtenida.

El proyecto de Ley Anticolusión, que aumenta las fiscalizaciones y sanciones, está en primer trámite legislativo desde hace siete meses en la comisión de Constitución, Legislación y Justicia de la Cámara de Diputados. Establece normas para la defensa de la libre competencia y fija penas de reclusión menor en su grado mínimo, que van desde 5 años y 1 día a 10 años (la pena de cárcel fue derogada en 2003). Aumenta las multas y otorga más facultades a la Fiscalía Nacional Económica (FNE).

Pero, una vez aprobado ¿bastará ello para terminar con este tipo de prácticas? Recordemos que quien delinque lo hace pensando en que no será descubierto. Luego, como sociedad debemos evitar limitarnos a enfocar nuestra esperanzas de solución a problemáticas a través de medidas parciales como ésta (necesarias pero no únicas). Mucho más que eso, debemos hacer un cambio de fondo que nos lleve a reeducarnos en valores como la honradez, transparencia, solidaridad y decencia, que no se aprenden por ley ni tampoco exclusivamente en los colegios, sino que en la casa, en el día a día, en el seno familiar. De modo que, y en lo relativo a la temática en cuestión, nuestra sociedad asuma como algo normal que las conductas éticas son las que deben guiar las relaciones comerciales.

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