La necesidad de aprovechar bien el tiempo libre

Jorge Brito Obreque

Jorge Brito Obreque

Termina enero y estamos –sicológicamente– a mitad del verano, estación del año que, además, es sinónimo de vacaciones para la mayor parte de la población. Luego, si tuviéramos que graficar con una imagen este período, sin lugar a dudas que una de las primeras que se nos vendría a la cabeza es una postal con sol, playa y arena.

Pero así como le damos mucha importancia al espacio que destinamos a nuestras tareas productivas y académicas durante gran parte del año, también es necesario asumir en propiedad el cómo gestionamos y administramos esta importante parte de nuestro tiempo libre, puesto que es la más extensa.

De hecho, tanto la Organización Mundial de la Salud, OMS, como  la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO, han señalado que el buen aprovechamiento del tiempo libre es un factor que favorece el desarrollo de los grupos y de los pueblos.Y en 1970, fue aprobada en Ginebra la Carta de Derechos Humanos al Tiempo Libre, en el contexto de la Conferencia Mundial de Recreación y Tiempo Libre.

Hay quienes dicen de manera irónica que, luego de las vacaciones, hay que tomar más días para… descansar de las vacaciones. Más o menos cierto, ello dice relación con una realidad; que en general no sabemos cómo se debe descansar. Erróneamente, aplicamos el mismo esquema de horarios, plazos y rutinas a un período que está pensando para hacer un quiebre en el ritmo de vida diario, romper con la rutina y liberarse del estrés acumulado.

Debemos asumir que el tiempo libre está pensado para que cada uno de nosotros pueda cuidarse y así poder tener salud física y mental para cumplir adecuadamente con los roles que nos corresponde asumir en nuestras vidas. Es una fuente de energía que debemos saber gestionar y administrar. Y es obvio que, durante las vacaciones, cobra mayor relevancia. Y en esta dinámica, inclusive debemos llegar a considerar que tener un día sin un panorama –algo impensado durante el resto del año– tampoco es malo. Ello abre muchas posibilidades de exploración de actividades nuevas no programadas o de, simplemente, descansar.

Que tomar vacaciones no se transforme en una “obligación” más, en una fuente de preocupaciones, por tratar de cumplir con lo que “se espera” socialmente debe ser. Más que demostrar nuestra capacidad de inversión (o mejor dicho, endeudamiento), recopilar un nutrido material para compartir a través de las redes sociales y/o acudir al lugar de moda, reservemos este tiempo para la salud y felicidad de nosotros y nuestras familias.

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