La pandemia del COVID 19: el centralismo, las desigualdades territoriales y educativas

En la medida que la pandemia del Covid  19 aumenta en nuestra sociedad, de la misma forma pareciera que  en Chile también adquirieren más fuerza  y  visibilidad  algunas problemáticas sociales y económicas  no resueltas.  La histórica e inmutable concentración política, territorial y económica, con la cual la Región Metropolitana ha concentrado la mayoría de la inversión pública y privada que se desarrolla en Chile, ha perpetuado también la acumulación de muchas desigualdades territoriales. La metrópoli concentra un tercio de la población de país y consume aproximadamente los dos tercios del PIB. Hoy día ésta concentra más del 80% del impacto de la pandemia.  Es precisamente, ahora, en estos tiempos donde pareciera evidenciarse con más fuerza estas realidades de concentración de la metrópoli y sus  consecuencias.  La gran mayoría de los historiadores han concluido que los tiempos de crisis son la apertura de procesos de cambios y la pandemia del Covid 19 es la crisis planetaria más grande que ha vivido la humanidad,  al menos los últimos 100 años, vivimos entonces una expresión de una gran crisis de la salud con graves consecuencias sociales y políticas, las cuales están generando profundos procesos de cambios en la sociedad.  Frente a estas condiciones históricas de centralismo, surge entonces la pregunta ¿podrán las regiones ser arquitectos de su propio desarrollo frente a estos nuevos cambios y oportunidades de nuestra sociedad? ¿Podría ser la ley de regionalización y descentralización y elección de gobernadores regionales una herramienta para asumir esta nueva realidad?  Uno de los cambios más importantes  se está  produciendo en el área de la Educación,  donde los procesos de aprendizaje remotos han pasado a constituir una herramienta fundamental  del aprendizaje de nuestros niños  y jóvenes, este es un cambio fascinante  y de un potencial enorme,  sin embargo, es también la expresión de un acumulado fenómeno: el de la desigualdad territorial  y digital , ya que existen fuertes diferencias de acuerdo con las zonas geográficas y la situación socioeconómica de los hogares. Mientras en las ciudades el índice de penetración de estas tecnologías es de un 84 por ciento, en los sectores rurales tan sólo llega a un 42 por ciento. Y si en el quinto quintil de ingreso esta cifra alcanza un 86 por ciento, en los hogares del primer quintil tan sólo llega a un 54 por ciento. Esto significa que las desigualdades de nuestra sociedad se reproducen en la nueva realidad digital. Este es un dato relevante, nuestras políticas públicas deberían focalizar esfuerzos urgentes en estos segmentos sociales más vulnerables,  si esto no ocurre,  corremos el riesgo de crear en nuestra sociedad otra forma de segregación,  esta vez,  la de ciudadanos fuera de la conectividad e incluso,  de ciudadanos digitales de segunda clase.

 

 

 

Jorge  Brito Obreque

Ing.  agrónomo

Junta Adelanto del Maule

 

 

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