A 50 años de la Reforma Agraria: dignidad y producción para el mundo campesino

El pasado 22 de junio se llevó a cabo en Talca el seminario titulado “La Iglesia y la reforma Agraria, a 50 años de la Ley”, instancia desarrollada por la Vicaría de Pastoral Social de la Diócesis de Talca, Fundación CRATE y el Centro de Formación Técnica “San Agustín”, y que estuvo orientado a mostrar la relevancia del mundo eclesiástico en este proceso trascendental para la historia de nuestro país. La jornada, que se enmarcó en la pascua de Monseñor Manuel Larraín, contó con la participación de uno de los gestores principales de este proceso en el país, el  ingeniero agrónomo y ex senador Rafael Moreno Rojas, quien abordó la temática e hizo hincapié en la justicia social entregada a los campesinos, el aumento de la productividad, el término del latifundio y de la acumulación de la tierra.

Las cifras indican que cerca de 90 mil familias campesinas accedieron a la propiedad de la tierra, saliendo gran parte de ellos de un estado de inseguridad y servidumbre para avanzar hacia una mayor dignidad humana. Esta nueva ruralidad permitió mejorar la producción, abriendo el acceso al trabajo en la tierra y proporcionando una independencia alimentaria. Esta reforma permitió una industrialización y distribución de los elementos o servicios generados en la tierra, dando acceso a al campesino común a nuevos mecanismos de trabajo.

Pese a que la estructura de la agronomía varió, mediante diversos cambios y procesos de transformación, ya sea desde la legislación y los mecanismos de trabajo,  las viejas formas de vida del campo chileno continuaron siendo las mismas: tradiciones, valores, principios, formas, órdenes sociales, un espíritu conservador y tranquilo.

La incorporación del mundo campesino chileno a una vida digna y productiva, mediante la aplicación de esta ley, más la puesta en marcha de una política moderna de producción de la tierra, fueron el motor de la justicia social y del mejoramiento real de la producción y de las condiciones de vida en el agro chileno, lo cual hasta hoy es conservado por decenas de miles de pequeños y medianos propietarios. La transformación habla por sí sola: en la época del latifundio Chile era importador de alimentos. Hoy en gran parte gracias entre otros a este proceso de reforma Chile se ha convertido en potencia agroalimentaria.

Pese a que el Maule es la principal región que basa su economía en la producción forestal, agrario y ganadero, es una labor pendiente que las políticas públicas ayuden a proyectar la labor en el campo, con el fin de potenciar al mundo rural y  su producción a largo plazo, permitiendo generar  focos de  desarrollo productivo, de innovación e investigación aplicada que permita seguir proyectando a nuestra sociedad como potencia silvoagropecuaria, distribuyendo sus productos por el mundo y promoviendo el bienestar para sus habitantes.

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