Anticipación: es la clave

Han sido bastante fríos y lluviosos los últimos días en gran parte de las regiones de nuestro país, temperaturas que nos hacen olvidar las cálidas jornadas vividas el pasado verano, las cuales estuvieron acompañadas de intensos incendios forestales. Es este último acontecimiento el que marcó la contingencia, el que tuvo consecuencias terribles para diversas localidades, sobre todo en la región del Maule, donde aborcó una superficie consumida de 272 mil hectáreas, y fue considerado mega incendio de sexta generación por los técnicos internacionales, con carácter de emergencia civil.

Es por eso que diversos expertos en la temática han pronosticado futuras situaciones similares a las ocurridas en el verano, inviernos lluviosos alto crecimiento de vegetación y veranos secos, asociado a que no se han realizado mejoras significativas en materia del combate al fuego. Junto con el aumento de brigadistas, la flota de aeronaves y las maquinarias, es la anticipación el factor que puede ser fundamental para prevenir potenciales incendios. No obstante, pese a que el chileno tenga una gran capacidad de resiliencia, es mejor ser precavido antes que lamentar las consecuencias, sobre todo cuando los desastres son naturales o de gran magnitud, ya que tienden a dejar sin mucho que hacer a las instituciones a cargo.

Por ende, generar conciencia de los potenciales riesgos y elaborar mecanismos de prevención en las comunidades son la base para mermar las secuelas que pueden tener las potenciales catástrofes, ayudando a promover las capacidades locales para la reducción de sus vulnerabilidades.

El empoderamiento respecto a esta temática es primordial y se hace cada día más necesario, debido a la continua manifestación de la madre naturaleza. En la región  es útil considerar la experiencia de Fundación CRATE, desde su Área de Desarrollo Sustentable, en la ejecución del proyecto Gestión Local para la Reducción de Riesgos de Desastres, el cual está enfocado en potenciar la acción comunitaria y el uso de recurso propios, entregándole un mejor protagonismo a las comunidades.

Tanto los particulares como las entidades públicas deben aportar trabajando en evitar los potenciales riesgos frente a incendios forestales, mediante el trabajo de cortafuegos, despeje de áreas de seguridad, poda de árboles, cierres perimetrales de sitios eriazos, la limpieza de canales, el corte de malezas, entre otros, con el fin de mitigar las consecuencias que podrían traer consigo eventos similares como los ocurridos el pasado verano.

De esta forma, el llamado es a aportar activamente mediante una reflexión y acción que nos permita apreciar y cuidar de una mejor manera nuestra casa común.

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