Buen trato en la infancia

Al hablar de buen trato se torna complejo lograr definir esta acción, dado que principalmente esto es algo que se siente y cada persona lo percibe de manera distinta. Hay quienes lo definen como la ausencia de acciones o eventos mal tratantes. Por su parte, la UNICEF declara que para que exista buen trato no basta con que no haya maltrato, dado que, el buen trato requiere un esfuerzo de todas y todos por respetar a los demás, siendo amables y entregando el apoyo necesario cuando se requiera.

Tomando en consideración esta definición, inmediatamente se debe percibir a niños, niñas y adolescentes, como una población que requiere de mayor apoyo y de un entorno bien tratante para su adecuado desarrollo. No obstante, al revisar estadísticas disponibles cerca del 46% de los niños, niñas y adolescentes de nuestro país declaran ser víctimas de malos tratos físicos y psicológicos en sus hogares, lo cual ha aumentado con el confinamiento por COVID-19. La ONG Activa refiere que las prácticas mal tratantes en tiempos de pandemia han ascendido considerablemente, tornándose aquello como un problema que se ha invisibilizado pero que requiere de la sensibilización y movilización de todas las entidades pertinentes, como así también de la sociedad en su totalidad.

Ahora bien, desde la experiencia vivenciada en PIE Linares, se debe señalar que, para un mejor trabajo, se ha contribuido a fortalecer los cinco componentes que conforman el buen trato:
El reconocimiento del otro(a), la empatía, la comunicación efectiva, la integración igualitaria y la negociación.

Tales componentes generan la movilidad en los procesos de intervención considerando a su vez que en la actualidad se trabaja en contextos multicomplejos y como así también familias multiestresadas, siendo la categoría de buen trato un recurso relevante a ser aplicado, es por ello que desde la práctica el discurso puede generar la liberación de esta categoría y subcategorías. Desde Morín podemos ver el pensamiento complejo como un todo del cual se vincula un objeto con su totalidad, es decir este con su sistema, como también con el contexto que lo rodea, generando una constante interacción con el otro. Es por esto que es de gran relevancia para los procesos, realizar un pensamiento complejo, ya que los fenómenos que se van o quieren interpretar en la sociedad, deben ser capaz de mirarlos como un todo integral y no individualmente, en donde estos están conectados y relacionados con un sistema general. Por ejemplo: en un caso de “VIOLENCIA DE GENERO”, es necesario indagar en las condiciones/situaciones, en las cuales se encuentra la familia, tales como: su cultura, situación económica, afectiva, la tradición de las personas, entre otras. Generando así una comprensión mayor e integral del porque a esto, lo cual permitirá que los usuarios generen problematización respecto a su propia realidad, y por tanto visualicen de forma concreta el componente de integración.

Conjunto con ello desde la experiencia debe existir dialogo interdisciplinar, a fin de que profesionales empaticen desde sus áreas de intervención con la realidad social con la que están trabajando y por tanto generar Intervención basada en cada contexto permitiendo esto fomentar en adultos/as, el desarrollo de una comunicación efectiva ante las necesidades que pueda presentar la familia.

Otro aspecto relevante y que a permitido validar orientaciones propias del buen trato es el respeto en donde por ejemplo progenitores comprenden la importancia de aplicar tal temática en el proceso de crianza de sus hijos, ellos deben respetarse entre sí, así como también se debe respetar la diversidad de cada uno siendo relevante que estos aspectos queden plasmados en los planes de intervención, reconociendo en este los recursos y oportunidades de cada familia y así por tanto adecuar actividades, objetivos y técnicas los cuales son co-construidos, por medio de procesos de negociación.

PIE Linares.

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