Desertificación y sequía ¿cómo estamos por casa?

Este lunes 17 de junio se conmemoró a nivel mundial el día contra la desertificación y la sequía, hito proclamado por la ONU que apunta a generar conciencia acerca de las iniciativas para combatir la degradación de la tierra. Bajo este contexto, nuestro país presenta cifras categóricas; el 22% de la superficie del país muestra síntomas de desertificación, el 80% muestra signos de degradación del suelo y el 72% efectos de la sequía, problemáticas que son causadas fundamentalmente por la actividad humana y las variaciones climáticas.

Además, el uso y el abuso del agua en nuestro país es un factor determinante en el déficit de este recurso. El 44% de las causas de los problemas hídricos se relacionan con una incorrecta gestión del recurso, mientras que el 17% se debe al aumento de demanda del agua. Cifras alarmantes, que instan a desarrollar acciones para paliar este panorama desalentador, el cual, de no ser tratado a tiempo, podría provocar a largo plazo una desertificación y un déficit hídrico con efectos catastróficos sobre las comunidades y el territorio.

¿Cómo estamos por casa?, ¿existe conciencia en el sector agrícola del Maule respecto al avance y el control de la desertificación y la sequía? Nuestra realidad es preocupante, ya que el 80% de las tierras agrícolas de la zona presentan ciertos grados de erosión. No es de extrañar que, tras las lluvias, los afluentes hídricos sean de un color oscuro, debido al arrastre de tierra cultivable. Un tema alarmante, lo cual refleja que aún nos queda mucho sobre aspectos básicos respecto al manejo y protección del suelo, principalmente con los recursos agrícolas y ganaderos de la región.

No obstante, existen experiencias en el control de la desertificación que han sido positivas. Por ejemplo, a comienzos del siglo XX, ante el avance de las dunas de Chanco, el biólogo y docente alemán, Federico Albert, generó las primeras acciones para el control del avance de las dunas hacia el continente, mediante el manejo agroforestales se logró la implementación de la ammophila arenaria, cubiertas vegetales y defensas arbóreas, cuyas raíces se agarraron fácilmente del suelo, formando una barrera natural contra el avance de las dunas.

Más que generar una alarma, la idea es instar a desarrollar prácticas culturales que cambien los mecanismos de explotación de los recursos naturales renovables, mediante el uso de técnicas de cultivo y de riego que sean amigables y conservacionistas con el medio ambiente. Además, es necesario mejorar y fortalecer nuestras prácticas culturales de explotación agrícola cotidiana para que podamos convivir armónicamente con un ecosistema que ya está malherido.

Por ende, es necesario realizar un trabajo en conjunto entre la comunidad y las autoridades, el cual permita enfrentar esta situación mediante un cambio cultural, con el fin de asumir estas complicaciones y así realizar acciones de mitigación y de convivencia con el entorno. Esto debido a que no sólo afecta al medio ambiente, sino que también a la sociedad y su cultura, ya que incide duramente en las costumbres y la calidad de vida de las personas, por lo que es esencial realizar un estilo de desarrollo armónico con el territorio, lo cual permita un progreso sustentable para las futuras generaciones.

Jorge Brito Obreque

Ing. Agrónomo

 

 

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