El anhelo del hombre de superar a la naturaleza

Jorge Brito Obreque

Jorge Brito Obreque

El hombre pertenece a la naturaleza y su libertad le permite enfrentarse a ella y superarla. Así se han forjado nuestras civilizaciones, pero cada cierto tiempo la misma naturaleza nos recuerda nuestra fragilidad frente a su poder, afectando a aquéllos más débiles y desprovistos.  Nuestro país es una prueba concreta de esta naturaleza enérgica que nos impacta con su fuerza, que se manifiesta en terremotos, maremotos, grandes lluvias, eternas sequías y que hoy se nos presenta en la forma de voraces humaredas volcánicas que cruzan latitudes.  Ya en 1960 el terremoto de Valdivia, el volcán Hudson en 1971, el terremoto de 1985, el aluvión de arena en 1991, el terremoto blanco en 1994, las grandes inundaciones en el norte unidas al nefasto terremoto de 2010 que afectó  nuestra región son sólo algunas muestras de este poder.  Estos datos evidencian nuestra fragilidad que incluso se presenta a nivel económico, donde Chile se ubica, determinado por el Banco Mundial, como uno de los primeros países con potencialidad de desastres naturales en el mundo.

La suma de hechos catastróficos que contiene nuestra historia no se condice con nuestra capacidad de enfrentar estas situaciones. Pese al innumerable currículum de eventos naturales trágicos, nuestra institucionalidad y cultura parecen olvidar que somos proclives a estos escenarios que siempre nos encuentran a medias, con lentitud en la respuesta y dependiendo de la solidaridad como oportunidad de reconstrucción. Es necesario tomar conciencia de nuestra historia y nuestra relación con una naturaleza que, en esta estrecha y larga faja de tierra, varias veces ha sido conmovida. Es tarea de nuestras autoridades velar por la seguridad de los ciudadanos, contar con equipamientos, invertir en estudios, diagnosticar los riesgos y promover una cultura de seguridad en la población. Se hace necesario buscar la forma de apoyar con diligencia a quienes son víctimas de estos desastres, que en su mayoría son siempre los más pobres y vulnerables de nuestra sociedad, ésos que están acostumbrados a esperar soluciones que terminan siendo muchas veces más caridad que calidad.

La importancia de la historia es medular en nuestra vida. Lo primero que pregunta un médico al paciente es su historial de enfermedades; Chile tiene un historial extenso de tragedias y desastres naturales. Por ello, nuestra tarea es educar en esta conciencia y prepararnos para enfrentar de la mejor manera estas situaciones, con políticas públicas más eficientes, planes educacionales que incorporen temáticas de prevención y gestión de riesgos y desastres naturales, estudios de factibilidad de riesgos, con talleres de concientización para las familias, con productos de primera necesidad, con equipos  médicos preparados, etc. La naturaleza, con su poder y majestuosidad, nos recuerda lo finitos que somos y lo necesario que es estar alertas y preparados para enfrentar sus desastrosos caprichos que, con bastante frecuencia, se hacen presentes en nuestro país.

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