La pandemia del coronavirus y los nuevos regímenes bio-políticos de vigilancia a las personas

En columnas de opinión anteriores hemos señalado la profunda transformación que está produciendo la pandemia del Coronavirus en la organización de prácticamente todas las actividades del desarrollo de la sociedad. Sin embargo, en la medida que se avanza en el calendario y el estudio, no solo clínico, de esta pandemia, hemos ido  visualizando otros elementos de cambio en nuestras vidas e incluso cambios en la organización política de la sociedad. Esta organización ha estado fundamentada en aspectos que pensábamos incambiables y sobre los cuales se asentaba nuestra construcción valórica de la civilidad. Pero puede entonces también la naturaleza epidemiológica de una pandemia cambiar elementos basales de la Democracia, al menos como la conocemos en occidente. Increíblemente la evidencia más reciente pareciera señalar que sí, que algunos elementos que creíamos inmutables de nuestra Democracia representativa pueden sufrir alteraciones en el ejercicio de la libertad de las personas, principalmente favoreciendo la eficiencia de los Estados al combatir la pandemia en sus respectivos territorios.

Pareciera ser que en países europeos  donde la Democracia solía presentarse como ejemplo de ordenamiento político y social, no se desarrollaron respuestas eficientes ante el desafío de control y superación de la pandemia. Y es precisamente este hecho -de medir  los sistemas políticos en el marco utilitario de eficiencia o ineficiencia- lo que ha permitido el surgimiento y consolidación en algunos países de la progresiva instalación de un sistema político y social basado en elementos de organización de un Estado bio-político de vigilancia a las personas. Así, la pandemia se presenta como el escenario propicio para la instalación de este sistema de bio-vigilancia política, bajo el argumento de búsqueda de la eficiencia tecnológica para el seguimiento y control de la pandemia, masificándose el control individual  a las personas  y a las familias por medio de distintos dispositivos tecnológicos. Esta práctica que ya se ha iniciado con fuerza en algunos estados asiáticos, fundamentalmente en China, va mucho más allá de ser algo transitorio. Por el contrario,  parece ser que ha llegado para quedarse por un largo tiempo, como parte de una política de Estado.

Todo indica que la pandemia del coronavirus será larga y afectará durante años al planeta, o al menos mientras no se masifique una vacuna efectiva.  Cabe entonces preguntarse razonablemente en cuánto tiempo más se consolidará este nuevo Estado bio-político de vigilancia en la sociedad y en qué otros países se desarrollarán aspectos similares a esta forma de organización socio-política. Debemos recordar que mientras dure el efecto psicológico y clínico de la pandemia el estímulo social dominante será solo la idea de sobrevivir. Como la sociedad se organiza para sobrevivir exitosamente y los Estados tratan de demostrar el éxito de sus medidas a cualquier precio -muchas veces incluso haciendo comparaciones absurdas con sus vecinos con el objeto de apelar a los sentimientos nacionalistas de sus pueblos- esta realidad y otras parecieran ser las  ideas que sustentarán y seguirán justificando la organización de este sistema de vigilancia tecnológica sobre la vida de las personas. Y como este elemento reduce el aspecto más básico de sustentación de una Democracia -como es el ejercicio de la libertad de las personas- llama poderosamente la atención que en nuestro país esta transformación no sea señalada en ningún foro de análisis, menos en nuestra clase política y,  por cierto, mucho menos en la industria de los medios de comunicación. En la medida que la urgencia sanitaria lo permita, resulta clave no perder la constitución social de una necesaria masa crítica que se cuestione las medidas de más largo aliento o mayormente intrusivas para la búsqueda de una salida ante esta nueva realidad que signifique el fortalecimiento de una sociedad auténticamente democrática.

 

Jorge  Brito Obreque

Ing.  agrónomo

Junta Adelanto del Maule

 

 

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