Los cambios no tienen sentido sin la participación

Jorge Brito Obreque

Jorge Brito Obreque

La semana pasada, la Presidenta Bachelet anunció las etapas del proceso para la elaboración de una nueva Constitución para Chile. En el ambiente político, y a través de los medios de comunicación, todavía se discute  -con diversa intensidad, eso sí- acerca de las reformas educacional, tributaria, laboral y al Código de Aguas. A nivel local, aún se percibe como reciente el cambio de Intendente y se siguen analizando los desafíos que le tocará enfrentar, y poco va quedando para que comencemos a vivir nuevos períodos electorales, partiendo con el correspondiente al de elección de autoridades municipales.

Sin lugar a dudas, todo ello aparece a primera vista como señal de una época de cambios. Nuestra sociedad está enfrentando procesos que apuntan a la conformación de nuevos escenarios, en diversos ámbitos de su quehacer. ¿Pero, qué tanto participa la ciudadanía en su desarrollo?. Un dato reciente que no puedo dejar pasar es el que arroja la última encuesta de Cadem Plaza Pública, que reveló que mientras el 71% de la ciudadanía estima que es necesaria una Carta Fundamental que reemplace la actual, al mismo tiempo, y de manera anacrónica, el 52% menciona no haberse informado de la propuesta hecha por la Presidenta Bachelet, en cadena nacional el pasado martes, sobre el cronograma del proceso constituyente.

¿Qué sucede con la ciudadanía?. Parafraseando una cita que se usa mucho por estos días, ¿se ha acostumbrado a preocuparse pero no a ocuparse? El centro del asunto parece ser sobre qué se entiende por participación. Ésta no llega sólo hasta la queja, el cuestionamiento; debe considerar, además, el involucramiento en la búsqueda y elaboración de la propuesta de solución.

La participación es un valor ciudadano que debe rescatarse en detrimento del creciente individualismo, que pone en riesgo a los sistemas democráticos. Y para ello, debemos fortalecer la formación cívica, que no debe ser coyuntural sino que permanente y estar presente a lo largo de todo el sistema educacional. Cambiar el yo por el nosotros (como lo era hasta hace unos 50 años) en la búsqueda de proyectos comunitarios de país que permitan generar una conciencia colectiva que, a su vez, nos haga tener altas cifras de participación electoral, sentir a todos partícipes del proceso de gestión del Estado y plena conciencia de que cada uno de nosotros es parte importante en la administración y cuidado del muchas veces poco concreto -pero tan fundamental para nuestra sociedad- concepto del bien común.

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