Reparación: Un proceso de reconstrucción ante situaciones adversas.

Cuando nos referimos al programa PIE Linares como un programa integral especializado, es relevante hacer mención a la importancia de incluir un proceso de reparación respecto a las vulneraciones a las cuales puedan haber estado expuestos nuestros niños, niñas y adolescentes parte de este programa, con el apoyo esencial de adultos significativos que garanticen la protección durante proceso de resignificación, entendiendo esto como una instancia de reelaboración de experiencias traumáticas.

Si nos focalizamos en “la reparación” es importante hacer un paralelo entre el “reparar a un niño, niña o adolescente” versus “reparar con el niño, niña o adolescente”. Esto teniendo en cuenta que al referirnos a la reparación de un NNA se está estigmatizando respecto a un evento del cual fue víctima, atribuyéndole una carga negativa, en donde se deja de visualizar a éste sujeto de derechos como una “persona completa y con sus propios recursos”. Mientras que al reparar con el NNA se le reconoce como persona de derechos en donde los aspectos negativos se les atribuyen a la conducta del victimario, visualizándolo como una persona, más allá de su experiencia traumática.

El programa PIE Linares contribuye a que cada uno de sus niños, niñas y adolescentes parte del programa logren, en la medida de la existencia de apertura de cada uno de estos, en la resignificación de las experiencias de vulneración de manera que logren superar síntomas y acciones transgresoras y retomen las tareas propias de su etapa del desarrollo. Esto desde la incorporación del vínculo terapéutico como parte de las estrategias de intervención. El vínculo bien tratante establecido por el terapeuta, brinda al NNA y familia un marco relacional que puede servirle como parámetro de contraste frente a experiencias traumáticas (Martínez, J. 2012).

Por lo tanto un vinculo bien tratante fortalecerá un proceso terapéutico reparatorio, generando un instancia relacional desde el buen trato y orientado al reconocimiento de nuestros niños, niñas y adolescentes como un legitimo otro, desde el respeto de su condición como sujeto, además de brindar protección y búsqueda de la activa participación y abierta expresión de los NNA.

Finalmente, “Vivir una experiencia traumática es quizás una de las situaciones que más aportan a la vida de una persona. Sin quitar un ápice de la severidad, gravedad y horror de estas vivencias, no podemos olvidar que es en situaciones extremas cuando el ser humano tiene la oportunidad de volver a construir su forma de entender el mundo y su sistema de valores, de manera que en esta reconstrucción puede darse un aprendizaje (Vera, B. 2008)”

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