Trabajo, fuente de desarrollo personal y social

Jorge Brito Obreque

Jorge Brito Obreque

El pasado 1 de mayo se conmemoró el día internacional del trabajador, instancia que rememora la reivindicación por el trabajo digno y que apunta al bienestar social y personal. Nuestro país no es la excepción y desde diversas áreas se manifestaron para exigir mejoras en las condiciones laborales, hechos habituales en esta fecha como las vistas en las marchas de los trabajadores el pasado día lunes, lamentablemente empañado por la división de los participantes. Por ende, este siempre ha sido un tópico relevante para los aspirantes a cargos públicos de elección popular, área que ha registrado algunos avances durante el último tiempo, pero que mantiene varias tareas pendientes.

En nuestro país las cifras del último informe de Empleo Trimestral del INE indican que existe un 6,6% de desocupación a nivel nacional, mientras que en el Maule un 4,1% se encuentra sin actividad laboral, esto sumado a ser la región donde se pagan los sueldos más bajos del país. El comercio, la agricultura, la ganadería y la construcción son las áreas que más abarcan personas en su campo laboral, siendo estos últimos característicos por ser empleos estacionales.

Esta condición nos plantea la pregunta respecto al motivo por el cual se trabaja, ¿es por dinero o desarrollo profesional/personal? Como lo dice el dicho, “el trabajo dignifica al hombre”, no como un castigo, sino como una posibilidad a la persona de sentirse capaz, útil, necesaria, autosuficiente y perteneciente a una sociedad y contribuyendo al desarrollo de esta. El hombre adquiere dignidad y se realiza como ser humano, siendo un aporte en lo personal como en lo social. Al respecto, el Papa Juan Pablo II señalaba que el trabajo es «para la persona y no para el producto», haciéndonos ver que no estamos tratando con «máquinas». Hoy tenemos que entender que no es la empresa la que crece y desarrolla a sus colaboradores, sino que son las personas las que crecen y desarrollan a la empresa.

Otra arista relevante es la brecha salarial existente, ya sea entre los estratos sociales y entre géneros. Esta última es la que más se ha cuestionado durante el último tiempo y que es reflejado por las cifras; un estudio de la Fundación SOL, indica que el ingreso laboral promedio de los chilenos es de 461 mil pesos líquidos, registrándose una importante diferencia entre hombres, que perciben 520 mil pesos, y mujeres, que reciben 383 mil pesos aproximadamente.

Mejorar las condiciones que mantengan la estabilidad laboral y disminuir la brecha salarial son parte de las tareas pendientes en las cuales se necesita avanzar, con el fin de permitir un mejor desarrollo laboral que apunte a un bienestar social y personal; el cual debe proporcionar un objetivo que ayude al compromiso institucional de la persona, más allá del beneficio monetario que trae consigo cualquier labor, para que desde su ámbito del quehacer productivo todos se sientan contribuyendo al progreso de la sociedad.

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